Arquitectura Fría, Bolsillos Calientes.
Pepe Ojeda
Históricamente, los monumentos han sido la expresión material del poder de la soberanía. Conjuntamente, luchaban por representar el trono del poder. La pirámide más grande simbolizaba el imperio más poderoso, en una especie de competición por ver quién la tenía más larga, dicho en jerga torremolinense.
Aunque hoy esa visión de la arquitectura parece superada, todavía nos genera nostalgia la riqueza estética de los edificios antiguos. Rebosan detalles, formando un mosaico de materiales y texturas dignos de contemplar. Si la arquitectura es realmente el espíritu de una época, ¿qué tan compleja e interesante debió de ser aquella generación de personas? Me pregunto si sus ideas eran tan ricas como sus edificios reflejaban.
Sin embargo, ¿qué dice sobre mi presente el hecho de que el paisaje arquitectónico que me representa sea exactamente igual en todas partes? Una constante copia de un estándar blanco con franjas negras—más bien gris oscuro—, un puto paso de cebra que me recuerda día a día que quizás no sea arquitectura lo que se ve por la Costa del Sol, sino construcción.
No es que esta sea una reflexión reveladora; más bien, es mi punto de vista sobre un discurso que ya había escuchado en mi facultad. Te cuento: el año pasado tuve la suerte de tener como profesor a Javier Pérez de la Fuente. Si no conoces su obra, te invito a descubrirla; además de un gran arquitecto, es una persona aún mejor. Probablemente ha sido el profesor que más me ha inspirado desde que entré en la universidad. O quizás fue Luis Tejedor… Creo que fue Luis Tejedor, otro grande. Decía así:
«La arquitectura sólo es arquitectura si contiene aquellas lógicas irracionales que no provienen de la razón, sino del corazón. Sin eso, no hay arquitectura, hay construcción.»
Sin esa búsqueda profunda de crear una armonía que trascienda el mero hecho de dar cobijo a nuestra especie, no existe. Son el corazón, la pasión y el amor por el oficio los verdaderos determinantes de lo que me parece la disciplina más bonita de todas.
Intentemos acercarnos más al dilema. Si entendemos la arquitectura como una manifestación directa de la situación de la sociedad en su conjunto, ¿qué nos dice la arquitectura de Málaga? Observemos por un momento los edificios de la ciudad: ¿qué significa que los nuevos rascacielos que redefinen su morfología sean apartamentos de lujo, o que, frente al estadio, se vaya a levantar un edificio de coworking? Parecería sugerir que estos dos edificios centrales nos gritan que el turismo manda en Málaga, y que represente o no nuestra cultura da igual, siempre que genere plusvalía. Mientras produzca beneficio, more money, bro; less culture.
¿Podríamos estar ante una arquitectura cuyo único valor es su valor de cambio? Una mercancía vacía, un bien producido para ser intercambiado en el mercado y punto, despojado de sentimiento y alejado de su propósito principal: el de responder a las necesidades humanas y representarnos.
Quizás me equivoque, pero si la arquitectura es realmente el reflejo de nuestro espíritu, ¿somos acaso tan homogéneos que nuestra proyección es monótona? ¿Viviremos en un mundo blanco en el que los derrames de tinta sean limpiados por aquellos que se benefician de que todo sea así? O peor aún, ¿ya vivimos en él?
¿Acaso no necesitamos los humanos pintar aquello que sentimos…?
Descubre la Arquitectura de Fran Silvestre
Carlos de Satanka
‘El Observador’
El proyecto
El proyecto se sitúa en la costa norte de Egipto, a muy poca distancia del Mediterráneo. Su configuración en dos niveles permite disfrutar de vistas desde la parte superior de la propuesta. Un único trazo de menos de 30 centímetros de espesor busca sintetizar la representación de una tradición que simboliza al dios de la sabiduría egipcia. El elemento vertical, de concepción variable, permite albergar el núcleo de comunicación mientras mantiene la expresividad de la propuesta. Esta, con una estética abrumadora y una fascinación por el espacio y la luz, sigue un concepto minimalista muy riguroso, exponiendo una forma expresiva y directa de lo que representa el futuro.
