IMAGINE
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PARRAFERNALIA nº2

Por Lucien Albor
Yo he visto cosas que hace pocos años no creeríamos: tráilers extensos como películas y películas frenéticas como tráilers; estrenos en plataformas de TV antes que en los cines, y bodrios televisivos reestrenados en salas con photocalls.
He visto -sufrido- guiones que no hay por donde coger, sabiendo de buenas historias que nadie quiere tener en cuenta.
He visto y oído doblajes atropellados realizados por amateurs malpagados, mientras las grandes voces de siempre y las nuevas promesas sobreviven locutando spots publicitarios.
He visto a buenos intérpretes y realizadores sucumbir a la insoportable presión de la propia codicia para participar en subproductos insulsos que nadie recordará pasados pocos meses, si no es para ridiculizarlos.
He visto a la industria renunciar a la magia de contar la vida en dos horas y optar por enganchar a las masas con historias sin alma, desleídas en temporadas multiplicadas hasta lo absurdo.
Y lo peor es que todo esto parece haber llegado para quedarse (al igual que esta horrible coletilla).
Quizás sea hora de cancelar la suscripción a Webflox, HVU, Praim Vítreo y Bisney+, y recuperar la magia de quedar con otras personas para encerrarnos en salas con premeditación y nocturnidad.
La hora, en fin, de consumir menos contenidos audiovisuales y ver (más) cine.
PARRAFERNALIA nº1

Del verbo inglés to imagine.
Como verbo regular, el vocablo es a la vez presente y futuro. En español, imaginar procede del latín imagināri, “formar una figura mental”, y el vocablo imagine se usa en subjuntivo (posibilidad) e imperativo (necesidad).
En estos tiempos (no tenemos otros) de inundación mediática, en los que todo nos llega empaquetado y predigerido, puede parecer ilusorio reivindicar un ejercicio, el de imaginar, que se diría cada día más prescindible.
Si todo nos viene dado, ¿para qué esforzarse?
La buena noticia es que no solo no se requiere esfuerzo para ello, sino que puede resultar tremendamente gratificante.
Y además —dejémonos de tonterías— es necesario, vital, para sobrevivir como individuos y como especie.
Porque imaginar es prefigurar, crear. Y crear es lo opuesto a creer, al menos en el sentido de obediencia ciega a preceptos o principios.
La creación no copia ni reproduce.
Es innovar y es, a la vez, construir. Nada existe que no haya sido imaginado primero.
Armstrong pisó donde Verne ya había pisado.
Imaginemos, pues, en todas las formas posibles. Conjuguemos y juguemos con la imaginación.
Yo imagino un mundo donde las ideas se convierten en motores de cambio: sociales, tecnológicos, filosóficos, artísticos…
Tú imaginas soluciones que desafían lo establecido y lo transforman, generando nuevas realidades.
No olvidemos que el humano es el único ser en el que lo imaginado tiene tanta o más validez que lo real.
Imagina (él, ella, elle) cómo sería la vida si cada inclinación se viviera de modo natural, empezando por la simple aceptación propia y social de cada cual y de su identidad. ¿Cómo puede ser de otro modo?
Imaginamos un mundo presidido por la fraternidad, sin más gobierno que el del alma, que diría Henry Howard, aún a sabiendas de que esta parece la más enrevesada y peligrosa de las distopías.
Imaginaré lo que a día de hoy ni siquiera sueño: que lo que ansiamos es lo que tenemos. Es la única forma de alcanzarlo: la mano no coge el fruto si no visualiza, si no imagina que lo hace.
Tú, vosotros, imaginaréis caminos inéditos, cuya contemplación mental os hará estremecer justo antes de estremecernos a todos al leer, ver o habitar la materialización de vuestras visiones.
Imaginad, imaginen, los que tildan este manifiesto de ilusorio, que se despojan de sus cadenas y juegan a imaginar, como yo, como él, como ella y como elle.
Imaginemos siempre. Sin imaginación, solo tenemos —insisto— lo que nos viene dado. Y sobre lo que viene dado, no tenemos control. Hagámoslo, pues. Es mucho más fácil de lo que parece.
Porque no hay nada inimaginable, solo cosas que aún no han sido imaginadas.
Imagínalas. Imaginadlas. Imaginémoslas. Y usted, que lee esto. Imagine. Porque no solo es posible, es necesario.